Tangará da Serra, situada en el oeste del estado de Mato Grosso, tiene sus orígenes en la década de 1970, cuando el gobierno brasileño incentivó la colonización del interior del país como parte del proceso de expansión agrícola. La región, inicialmente habitada por pueblos indígenas como los Paresí, comenzó a ser ocupada por migrantes del sur de Brasil, atraídos por la fertilidad del suelo y el clima favorable para la agricultura. En 1976 se creó el distrito de Tangará da Serra, aún vinculado a Barra do Bugres. La emancipación llegó el 13 de mayo de ese mismo año, con una fuerte influencia del colonizador Ariosto da Riva. Desde entonces, la ciudad ha experimentado un rápido desarrollo, convirtiéndose en un importante centro agrícola y de servicios. Su economía se basa en la producción de granos, especialmente soja, maíz y algodón, así como en la ganadería de carne. Con el tiempo, Tangará da Serra se ha consolidado como una de las ciudades más prometedoras del estado, manteniendo una estrecha relación con el bioma del Cerrado y sus tradiciones locales.
La cultura de Tangará da Serra es el resultado de la mezcla entre las poblaciones del sur de Brasil y las influencias indígenas y rurales. Las fiestas populares, como el Arraiá da Serra y el Festival de Playa, reflejan las tradiciones regionales a través de la música sertaneja, danzas típicas y gastronomía local. La ciudad también valora las expresiones artísticas contemporáneas, con una notable presencia de proyectos culturales impulsados por instituciones como la UNEMAT, que desempeña un papel importante en la formación y difusión cultural en la región.
Tangará da Serra ofrece diversas opciones para quienes buscan contacto con la naturaleza, la cultura y la tranquilidad. El Mirador del Centro Geodésico brinda una vista panorámica de la región. Las cascadas de la cuenca del Sepotuba son ideales para el baño y caminatas ecológicas. También es posible vivir experiencias con las comunidades indígenas Paresí, que comparten saberes ancestrales y prácticas sostenibles. En el centro de la ciudad, los mercados de artesanía y gastronomía ofrecen productos típicos del Cerrado y de la agricultura familiar.
Entre los principales puntos turísticos se encuentran las cascadas de Quati y Salto Maciel, conocidas por su belleza natural y fácil acceso. El Parque Municipal es perfecto para paseos y observación de fauna y flora. El río Sepotuba, con sus rápidos y aguas cristalinas, atrae a los visitantes para actividades como piragüismo y baños en sus playas fluviales. El Museo Histórico Municipal y la Casa de la Cultura preservan la memoria de los primeros colonos y de los pueblos originarios de la región.
El Arraiá da Serra, celebrado en junio, es una de las fiestas juninas más animadas del estado, con bailes tradicionales, comida típica y espectáculos musicales regionales. En septiembre tiene lugar el Festival de Playa en el río Sepotuba, que combina ocio y ecoturismo. El aniversario de la ciudad, el 13 de mayo, se celebra con desfiles cívicos y eventos culturales. La ExpoSerra, feria agropecuaria e industrial, es una cita destacada en el calendario local, que promueve negocios y entretenimiento. Además, la UNEMAT organiza eventos académicos y culturales a lo largo del año.
Tangará da Serra tiene un clima tropical con dos estaciones bien diferenciadas: una seca (de mayo a septiembre) y otra lluviosa (de octubre a abril). Las temperaturas se mantienen elevadas durante la mayor parte del año, con medias entre 22 °C y 32 °C. Los meses de junio y julio, más frescos y con escasas lluvias, son ideales para actividades al aire libre. El verano, aunque más húmedo, es propicio para visitar ríos y cascadas. La ciudad dispone de una buena infraestructura turística para recibir visitantes en cualquier época del año.
Desde Europa, la forma más común de llegar es mediante un vuelo internacional a São Paulo (Guarulhos) o Brasília, seguido de un vuelo interno a Cuiabá, capital del estado de Mato Grosso. Desde Cuiabá, Tangará da Serra se encuentra a unos 240 km y se puede llegar por carretera en un viaje de aproximadamente cuatro horas. Existen autobuses regulares desde la capital, además de agencias de alquiler de coches para quienes prefieren conducir. El trayecto atraviesa paisajes típicos del Cerrado, con múltiples oportunidades para hacer paradas y disfrutar de la naturaleza local.
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